EL CÍRCULO DE LA SABIDURÍA

El Círculo de la Sabiduría recoge las conclusiones de mi búsqueda interior y de mi trabajo de meditación. He consagrado mi vida a la búsqueda interior y, en los últimos años, he alcanzado algunos interesantes resultados que me gustaría compartir con el lector. No creo que en una cosa como es la meditación se pueda hablar de rigor científico, pero sí que es legítimo hablar de método, la “investigación interior” se puede hacer de forma más o menos metódica, sin embargo, las conclusiones, al ser completamente subjetivas, no pueden tener mayor rigor que el de la opinión. Juan Almirall

martes, 30 de diciembre de 2014

DISCURSOS E IMAGINACIÓN

El yo es discurso y por tanto logos, un conjunto de palabras sobre nosotros mismos. El Logos, la Palabra refiere al lenguaje, la facultad que nos hace seres humanos, que nos permite comunicarnos con los demás, con nosotros mismos y también con los espíritus y los dioses, al menos, así lo pensaban los seres humanos del pasado. El lenguaje que constituye nuestra identidad es una de las actividades fundamentales de la mente humana.

El lenguaje tiene capacidad evocadora, cada sonido evoca en nuestro cerebro imágenes, digan lo que digan los filósofos del lenguaje (con los que estuve discutiendo todos los años de carrera). El lenguaje dibuja en nuestra mente formas, cada sonido tiene su geometría, cada sonido es capaz de generar una forma determinada, incluso un color. Por ejemplo, cuando digo o escribo la palabra "Nefertiti" automáticamente aparecerá en la imaginación de las personas informadas la imagen de la reina egipcia, un conjunto de líneas, formas y colores, iluminadas por la luz.

Lenguaje e imaginación son dos fenómenos mentales íntimamente relacionados. Una idea fundamental de la filosofía india es la estrecha relación existente entre rupa-nama, forma-nombre. Todo nombre genera una forma y toda forma tiene un sonido, un nombre. Los dioses, y aquí llegamos a una de las ideas fundamentales de toda gnosis, tienen una forma, conocer las formas y los nombres de los dioses es conocer su energía, su fuerza, su actividad. El gnóstico utiliza la magia de los nombres y de las formas de los espíritus y de los dioses. Esto es una idea muy claramente expresada en el Corpus Hermeticum, Hermes le dice al rey Amón que no traduzca sus discursos, pues nuestras palabras (el lenguaje egipcio) encierran la energía y la fuerza de lo que expresan.

Pero más allá de estas consideraciones mágicas, lo cierto es que existe una íntima relación entre el lenguaje y la imaginación, y como decía C.G. Jung "todo fenómeno anímico es a la vez una imagen y una imaginación, pues de lo contrario no podrían existir ni la conciencia ni la fenomenicidad del proceso. La imaginación es también un proceso psíquico..." Al psiquiatra suizo le interesaba la imaginación y su fenómeno parejo, los sueños. Los sueños son imaginaciones liberadas de nuestra memoria, que conserva un sinnúmero de imágenes, algunas incluso elaboradas por el propio subconsciente, que trabaja fundamentalmente con imágenes.

En todo proceso iniciático es fundamental la imaginación, de hecho, un ritual iniciático es una escenificación teatral que apela a la imaginación del iniciado. Una serie de imágenes, gestos y actos rituales provocan en el iniciado un efecto, que luego, a lo largo del tiempo que sigue a la iniciación, intentará desentrañar su sentido. En la antigüedad el ritual iniciático era una experiencia similar al viaje del alma por el más allá. Así, el iniciado recibía el mapa del viaje que realizaría tras la muerte, el círculo de la sabiduría es un mapa a través de las imágenes oníricas que experimenta el alma tras la muerte, así como las palabras mágicas que debía recitar para contener a los guardianes de las puertas de las estancias del más allá. Y este es el sentido del Tantra, sobre todo de su texto esencial, el Bardo Thodol. 

domingo, 28 de diciembre de 2014

EL YO-DISCURSO

El yo no es otra cosa que un discurso sobre yo mismo. Es un instrumento de la mente humana que necesita identificarse con algo, y como los grandes valores colectivos como la patria, la religión, la familia, etc. no despiertan un gran interés en el solitario individuo post-moderno, nos identificamos plenamente con el discurso sobre nosotros mismos. Soy pacifista, ecologista, moderno, me gusta la ropa tal, los zapatos cual, me gusta llevar reloj, comer en sitios especiales, tengo cuentas en las redes sociales, estoy al día de la actualidad política, etc, etc, etc, un largo discurso sobre mí mismo, que puedo activar en cualquier momento, que puedo pulir cuando tenga un rato, que puedo ampliar con muchas más cosas chic!! Se trata de que yo sea un tipo especial, al menos que el discurso sobre mí mismo sea especial, me guste a mi y también a los demás. Hoy construimos nosotros mismos nuestro discurso, nuestro yo, somos individuos solitarios prisioneros de nuestro discurso silencioso, nuestro yo-discurso nos atrapa y aísla.

Al ser discurso, el yo es "logos", es palabra y palabra creadora, es nuestra propia creación. En todo este conjunto de cosas que integran mi logos pueden haber algunas que, además, me hagan algo mejor: me gusta el yoga, medito, soy vegetariano, voy de vez en cuando a ayudar a gente necesitada, estoy comprometido política y socialmente, soy muy espiritual, etc. En general, soy elementos del discurso proyectivos, donde me proyecto hacia la salud física y mental y la felicidad de los demás Estas cosas forman parte de nuestro discurso pero además nos cualifican moral y espiritualmente. Si generan un buen o mal karma es lo de menos, las hago porque me hacen sentir bien, y además, depuran mi discurso sobre mí mismo.

Pero, ¿cómo puedo salir de este discurso? En principio no puedo, al menos mientras estemos en sociedad, mientras nuestra mente esté proyectada hacia afuera, es decir, mientras estemos viviendo y compartiendo el mundo y su realidad. Cosa que hacemos aproximadamente unas 16 horas al día. Las 8 horas restantes las pasamos durmiendo, y allí escapamos del discurso sobre nosotros mismos, al menos del discurso que conscientemente hemos construido, y vivimos estados subjetivos, donde las imágenes nos muestran otros aspectos de su realidad. También vivimos unos momentos de subjetividad absoluta, cuando caemos en el sueño profundo y nos replegamos al cien por cien en nosotros mismos, pero nuestra mente no está preparada para recordar estos instantes.

De hecho, nuestra mente no está preparada para vivir completamente en los estados subjetivos. No podemos permanecer 24 horas en estado de meditación, al menos la mayoría de nosotros. Buda propuso un camino medio, precisamente, para adecuar el discurso sobre nosotros mismos de forma equilibrada con los estados meditativos de plena subjetividad. Lo ideal es combinar la actividad meditativa con una vida entregada a actividades proyectivas, un poco fuera del discurso sobre nosotros mismos, ayudando a que los demás sean felices, entregados al servicio de los que nos rodean. Es, sin duda, una forma de discurso sobre nosotros mismos, pero es una forma más equilibrada de vivir el yo-discurso, en la conciencia de su irrealidad, de su naturaleza meramente discursiva. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

LA EVOLUCIÓN DEL YO

Fue el movimiento teosófico quien planteó por primera vez la existencia de una evolución interna de los colectivos humanos. Primero fue la formación de la personalidad humana en una estructura triple: cuerpo físico, doble etérico o vital y cuerpo de deseos o astral; y luego, a lo largo de grandes períodos culturales, el alma humana se ha ido transformando a través de un proceso interno, pero que se puede apreciar en las formas culturales. Este proceso interno va de formas colectivas tribales, endogámicas, con un predominio de lo inconsciente y onírico, ha formas de individualidad fuertemente identificadas con el cuerpo físico. Estas transformaciones se pueden apreciar en tres fases fundamentalmente: 

1ª fase desde los orígenes de la civilización hasta el siglo VI a.C. aproximadamente, con la aparición de la filosofía griega. El alma humana tribal, con predominio de relaciones endogámicas y en lo cultural dominada por las formas fantásticas oníricas y subconscientes. Predominan las castas sacerdotales y el rito sacrificial. El ser humano percibe los estados psíquicos como fuera de él, actuando sobre él desde el exterior y los diviniza, los dioses personifican estados psíquicos. No existe una idea de individuo, lo importante es el colectivo y los dioses protectores.

2ª fase siglo VI a.C. hasta siglo XIII (en el siglo XIII importantes cambios motivados por la Escolástica medieval). El desarrollo de la mente racional, es fruto de una mezcla cultural entre tribus y clanes. El ser humano, en gran medida, se independiza de lo subconsciente y comienza a negar los dioses tribales. Se forman los grandes imperios y hay una tendencia a unificar. Se identifica más con las formas geométricas de su estructura sutil, del doble etérico, de donde surge la razón (como estructura matemática). El ser humano interioriza sus estados psíquicos pero la actividad intelectual se percibe de forma externa, aparece la idea del Dios único, el monoteísmo, y las Ideas intelectuales en la mente de un gran Intelecto, al que se le considera Dios Padre. Aparece la filosofía y la teología, las ideas son como "volcadas" en la mente del pensador, la mente humana tiene que abrirse a la actividad del Intelecto Agente. El concepto de yo no está muy claro, al menos no hay una identificación clara con el cuerpo, que se concibe más como un impedimento a la intelección. Los rituales mistéricos, donde los individuos emulan a un héroe semidios, son las formas más usuales de auto-conocimiento.

3ª fase del siglo XIV hasta nuestros días, donde se aprecia un progresivo desarrollo de la individualidad. En las culturas de los países desarrollados las personas se identifican completamente con su cuerpo físico, su yo individual es fruto de una comprensión cerebral. Predomina una carencia de fe en un Dios Intelecto, y se atribuyen cualidades abstractas a la materia y al universo, como son la infinitud, eternidad, etc. Es la época del individualismo, donde también se desarrolla una fuerte necesidad de intimidad, el ser humano valora su libertad y su vida material por encima de todo, la amistad por encima de otros valores que entran en crisis, como son el honor, las jerarquías, etc. En esta época de desarrollo interno, vemos aparecer la psicología como análisis del inconsciente, como una verdadera propuesta de auto-conocimiento. Los perfiles del yo están claramente definidos, hasta tal punto que se le acusa de todos los males, cuando es el fruto más elevado del desarrollo interno que ha alcanzado el ser humano. 

Considero que es del estudio y comprensión de estas etapas que podemos plantearnos la utilidad y vigencia de ciertas herramientas de auto-conocimiento. Por ejemplo, tendría sentido desde el punto de vista de la evolución de la conciencia, que hoy en día triunfe el yoga, una práctica que trabaja con el cuerpo físico o la psicología analítica que explora las formas arquetípicas del inconsciente colectivo como formas de auto-conocimiento.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

¿PORQUÉ TODO EL MUNDO LA TOMA CON EL EGO?

De un tiempo a esta parte, parece que la culpa de todo la tiene el "ego". La palabra ego significa "yo", pronombre personal de primera persona, que viene a designar aquello que somos o que creemos que somos. Por tanto, asumimos nuestra culpa, aceptamos nuestro egoismo, pero al culpar al yo, de alguna manera, intentamos descargarnos de responsabilidad. Pues tampoco sabemos bien bien qué es el "yo". ¡¡¡Hablamos alegremente del yo EN TERCERA PERSONA!!!

YO BIOLÓGICO: El yo es una necesidad, no solo psicológica, sino también biológica. Necesitamos construir una idea de yo, de unidad de conciencia, que centralice todas las sensaciones, percepciones, emociones y pensamientos. Sin un yo, sin una idea unificadora, no podríamos relacionar las distintas percepciones a cada momento, nuestra vida biológica sería imposible, pues no sabríamos que el que está hablando es el tipo que tengo delante... Hasta los animales tienen una cierta idea de unidad de su conciencia.

YO PSICOLÓGICO: Es cierto que el yo es, desde un punto de vista crítico y racional, algo irreal. El cuerpo es real y su unidad es real, pero ese yo anímico o psicológico es irreal, aunque necesario. No podemos prescindir de un yo psicológico, y la incorrecta integración de un yo en nuestra vida psíquica es un grave problema, es una enfermedad.

YO LINGÜÍSTICO: Pero, entonces, a qué se refieren los místicos o los maestros orientales, cuando nos invitan a negar al yo, cuando niegan la realidad del yo. Buda negaba la existencia del yo por razones obvias, le negaba un carácter ontológico por la mera razón de que el yo surge siempre con relación a otra cosa, es un producto del lenguaje, es un pronombre personal, siempre relacionado con un verbo, una acción o un predicado. Toda construcción lingüística puede ser cuestionada desde un punto de vista ontológico. Al menos así lo afirmaron los escépticos. Desde un punto de vista místico, el yo que se fundía con Dios o con el Universo, parece que se disolvía en la grandeza de aquello con lo que quedaba asimilado. Pero esto último, no es una verdadera aniquilación del yo.

EGO O EGOÍSMO: Lo que nos produce verdaderamente rechazo es el egoísmo, es decir, la inclinación natural a satisfacer nuestras necesidades y deseos, sin ninguna consideración a los demás o a la Naturaleza, nuestro medio de subsistencia y de las generaciones futuras. Pero no nuestro yo.

YO ESPIRITUAL: El yo es el logro espiritual más elevado del ser humano. Un yo con conciencia individual, autónomo y libre, es un logro espiritual que surge del impulso griego por la libertad y la igualdad. El yo, desde este punto de vista, es un inmenso potencial de posibilidades. Permite un verdadero comportamiento ético, a partir de la libre elección. Desde el punto de vista psicológico, el proceso de desarrollo anímico, el psiquiatra suizo C.G. Jung lo denominó "proceso de individuación", según el cual, cada yo va integrando más y más elementos, algunos arquetípicos, de su psique profunda, hasta que lograba tomar conciencia de sí mismo, como una totalidad, como un pequeño universo, donde se abandonaba la tendencia inconsciente de proyectar lo que somos en lo exterior.

LIBERTAD E IGUALDAD INDIVIDUAL: La vida interior del individuo consciente es fruto del desarrollo del Cristianismo, ninguna otra religión ha permitido un desarrollo tal. Y es que el Cristianismo, pese a los componentes básicos del judaísmo, era una religión helenizada que integraba gran cantidad de elementos de la filosofía griega. La libertad y la igualdad, pese a que todavía queda mucho por cultivar, son elementos implantados en nuestra cultura. Mujeres y hombres, seres humanos de todas las razas y credos, conviven juntos, lo mejor que pueden, y en principio, sobre una base de mutua tolerancia y respeto, insisto que queda mucho por trabajar, pero a nivel conceptual esto está presente, compárese con otros lugares del mundo. Estos son valores espirituales muy claros, que a veces perdemos de vista. Y estos valores nos prefiguran como individuos, libertad e igualdad nos individualizan, nos transforman en yoes conscientes.

LA AMISTAD: Y el tercer elemento, yo lo llamaría amistad (filia), hoy en día, la familia, las jerarquías, las fraternidades están en crisis, sin embargo, la amistad despunta como una verdadera relación que nos mantiene unidos. Cada vez más ancianos mueren olvidados por sus familiares, mientras que en otras sociedades son respetados, casi venerados. Pero en Occidente priman los lazos de amistad por encima de los lazos de sangre. El individuo consciente escoge libremente con quién quiere estar, quiénes son sus amigos, con quién tiene lazos de amistad, con quién tiene cosas que compartir, con quién mantiene un diálogo.

ELEVAR EL YO: Por tanto, dejemos de culpar al yo, y comencemos a trabajar a ese yo, darle profundidad, conocimientos, sentido crítico, independencia tolerancia, libertad, valores éticos y virtudes, ampliando sus relaciones de amistad, demostrando que se preocupa por el bienestar de sus amigos y compañeros, explotemos todas las posibilidades espirituales que tiene nuestro yo. Pues quien niega su propio yo es un enfermo y quien ve muchos egos y muy fuertes a su alrededor o es un pusilánime o es un manipulador.

LA COMPRESIÓN EN EL PROGRESO ESPIRITUAL

Quien realmente se interesa por el desarrollo espiritual comprende fácilmente que se trata de un progreso, un camino progresivo, que además no solo se produce a nivel individual, sino también a nivel colectivo.
La Ciencia Espiritual o Teosofía que apareció a finales del siglo XIX, tenía por objeto, principalmente, explicar este progreso del alma humana, las etapas pasadas y las etapas futuras.
La comprensión de este progreso es fundamental precisamente para progresar en nuestro propio camino espiritual, pues de otro modo, trabajaremos a ciegas, y hoy no es posible excluir la "comprensión" en nuestro proceso de desarrollo espiritual.

Hoy en día, nos encontramos una amplísima oferta en el "mercado" espiritual. Esto es una gran suerte, nunca el ser humano ha tenido al alcance de su mano tanta información y tantas posibilidades de acceder a técnicas y herramientas para su progreso espiritual, no hace falta formar parte de ninguna sociedad secreta, ni una fidelidad absoluta al guru, ni nada de eso, en Internet uno puede encontrar prácticamente todo lo que necesita para trabajar por su propio progreso espiritual. Ahora bien, falta "comprender" dónde estamos, cuál es nuestro punto de partida, pues es muy improbable que entendamos una palabra de un texto que nos plantee meditaciones muy profundas, si no tenemos las bases necesarias para poder practicar y sacar provecho de ello.

Por eso, precisamente, la Ciencia Espiritual o Teosofía nos planteó por primera vez la posibilidad de entender los desarrollos del alma humana hacia el espíritu universal. Los maestros teósofos vieron que era preciso introducir este elemento de comprensión en nuestra época donde habíamos perdido una cierta sensibilidad interna, por lo que el trabajo, por ejemplo, con símbolos no tenía ninguna virtualidad a nivel consciente y solo actuaba de forma inconsciente. Así lo expresaba el Dr. Rudolf Steiner: "el trabajo con la mera intuición del simbolismo tal como hoy en día se cultiva ordinariamente en las sociedades ocultas sería una continuación injustificada de aquello que en el pasado había estado justificado. Pues en aquellos tiempos el ser humano disponía de una sensibilidad más intensa de su cuerpo etérico, por medio de la cual podía llegar a una experiencia interior análoga. El ser humano de la moderna era del alma consciente, para quien en lugar del cuerpo etérico sensitivo se ha hecho determinante el entendimiento ligado al cerebro físico, los símbolos, signos, toques y palabras le quedan como algo externo, no puede unirlos con su alma consciente..."

Lo mismo sucede con el yoga, la meditación y otras técnicas venidas de Oriente y practicadas desde antiguo por personas que todavía hoy conservan la citada sensibilidad de su cuerpo etérico. El occidental que parte del alma consciente y su dependencia del cuerpo físico precisa de la herramienta de la comprensión para poder progresar espiritualmente, por lo que debe sumarla a dichas técnicas y al estudio del simbolismo. Comprender cuál es el siguiente paso evolutivo, que desarrollos se esperan del alma humana, nos ayudará a comprender cómo nos podemos servir de dichas técnicas o símbolos en nuestro progreso real.

Por ello, todas las escuelas surgidas de la Teosofía comenzaban sus trabajos espirituales a partir de la Ciencia Espiritual, su comprensión de los mundos sutiles y de los desarrollos del alma humana, en el conjunto evolutivo de toda la Humanidad y del planeta. Siguiendo con R. Steiner: "aquel que haya llegado a conocer, aunque solo sea lo que se encuentra por ejemplo en mi "Teosofía" o en la "Ciencia Espiritual" (y aquí valen también las obras de HP. Blavatsky, la Dra. A. Besant, Max Heindel o Jan van Rijckenborgh, por poner algunos ejemplos más), y haya intentado comprenderlo, nunca podrá recibir ningún daño a consecuencia de la transmisión de símbolos" (Berlín, 4 de abril de 1916). Recomendamos, especialmente, la lectura y estudio de la obra del Dr. Rudolf Steiner "Filosofía de la Libertad", quien comprende dicha obra, sin duda, está capacitado para poder realizar rápidos progresos con todas las herramientas y métodos, ya provengan de nuestra tradición o de Oriente.